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jueves, 26 de enero de 2017

CUENTO SOBRE LA PAZ

LA ESPADA PACIFISTA


Había una vez una espada preciosa. Pertenecía a un gran rey, y desde siempre había estado en palacio, participando en sus entrenamientos y exhibiciones, enormemente orgullosa. Hasta que un día, una gran discusión entre su majestad y el rey del país vecino, terminó con ambos reinos declarándose la guerra.
La espada estaba emocionada con su primera participación en una batalla de verdad. Demostraría a todos lo valiente y especial que era, y ganaría una gran fama. Así estuvo imaginándose vencedora de muchos combates mientras iban de camino al frente. Pero cuando llegaron,
 ya había habido una primera batalla, y la espada pudo ver el resultado de la guerra. Aquello no tenía nada que ver con lo que había imaginado: nada de caballeros limpios, elegantes y triunfadores con sus armas relucientes; allí sólo había armas rotas y melladas, y muchísima gente sufriendo hambre y sed; casi no había comida y todo estaba lleno de suciedad envuelta en el olor más repugnante; muchos estaban medio muertos y tirados por el suelo y todos sangraban por múltiples heridas...
Entonces la espada se dio cuenta de que no le gustaban las guerras ni las batallas. Ella prefería estar en paz y dedicarse a participar en torneos y concursos. Así que durante aquella noche previa a la gran batalla final, la espada buscaba la forma de impedirla. Finalmente, empezó a vibrar. Al principio emitía un pequeño zumbido, pero el sonido fue creciendo, hasta convertirse en un molesto sonido metálico. Las espadas y armaduras del resto de soldados preguntaron a la espada del rey qué estaba haciendo, y ésta les dijo:
- "No quiero que haya batalla mañana, no me gusta la guerra".
- "A ninguno nos gusta, pero ¿qué podemos hacer?".
- "Vibrad como yo lo hago. Si hacemos suficiente ruido nadie podrá dormir".
Entonces las armas empezaron a vibrar, y el ruido fue creciendo hasta hacerse ensordecedor, y se hizo tan grande que llegó hasta el campamento de los enemigos, cuyas armas, hartas también de la guerra, se unieron a la gran protesta.
A la mañana siguiente,
 cuando debía comenzar la batalla, ningún soldado estaba preparado. Nadie había conseguido dormir ni un poquito, ni siquiera los reyes y los generales, así que todos pasaron el día entero durmiendo. Cuando comenzaron a despertar al atardecer, decidieron dejar la batalla para el día siguiente.
Pero las armas, lideradas por la espada del rey,
 volvieron a pasar la noche entonando su canto de paz, y nuevamente ningún soldado pudo descansar, teniendo que aplazar de nuevo la batalla, y lo mismo se repitió durante los siguientes siete días. Al atardecer del séptimo día, los reyes de los dos bandos se reunieron para ver qué podían hacer en aquella situación. Ambos estaban muy enfadados por su anterior discusión, pero al poco de estar juntos, comenzaron a comentar las noches sin sueño que habían tenido, la extrañeza de sus soldados, el desconcierto del día y la noche y las divertidas situaciones que había creado, y poco después ambos reían amistosamente con todas aquellas historietas.
Afortunadamente, olvidaron sus antiguas disputas y pusieron fin a la guerra, volviendo cada uno a su país con la alegría de no haber tenido que luchar y de haber recuperado un amigo. Y de cuando en cuando los reyes se reunían para comentar sus aventuras como reyes, comprendiendo que eran muchas más las cosas que los unían que las que los separaban.


      
                                         

Once upon a time there was a precious sword. Now, this sword belonged to a great King, and for as long as anyone could remember, the King spent all his time in his palace, enjoying his shows and parties. One day a great dispute broke out between this King and the King of a neighbouring country. It ended with both declaring war.
The sword was greatly excited at the prospect of taking part in its first real battle. It would show everyone how truly brave and special it was, and would become renowned throughout the kingdom. On the way to the front line, the sword imagined itself the winner of many battles. However, when they arrived, the first battle had already taken place, and the sword got to see the results of war. What it saw had nothing in common with what the sword had imagined. No elegant shining knights, triumphant, with their weapons gleaming in the sunlight. Instead, all the sword saw was broken weapons, and hordes of hungry and thirsty men. There was hardly any food left. Everything was covered in dirt and shrouded in a disgusting smell. Many were half dead and scattered on the ground, bleeding from multiple wounds...
At this, the sword realised it liked neither wars nor battles. It decided it preferred to live in peace and spend its time taking part in tournaments and competitions. So, on the night before what was going to be the big final battle, the sword tried to find a way to prevent it from taking place. After a while, the sword started to vibrate. First it gave out a low buzz, but this gradually got louder, until it became an annoying metallic noise. The swords and armour of the other soldiers asked the King's sword what it was doing. It told them "I don't want there to be a battle tomorrow. I don't like war".
One answered, "No one likes it, but what can we do?"
"Make yourself vibrate, just like I'm doing", said the King's sword. "If we make enough noise no one will sleep."
So the weapons started vibrating, and the noise became deafening. It was so loud that it reached the enemy camp, and the weapons there, who were equally sick of the war, joined the protest.
The next morning, when the battle should have begun, not a single soldier was ready to fight. No one had managed to get even a wink of sleep, not even the Kings or the Generals. So they spent the whole day catching up on sleep. During the evening they started to wake up, and decided to put off the battle for the next day.
However, the weapons, led by the King's sword, spent the night repeating their peace song, and again no soldier could rest. The battle had to be postponed yet again, and this carried on for the next seven days. On the evening of the seventh day, the Kings of the two armies met to see what they could do about the situation. Both were furious from their previous dispute, but after being together for a while they started to discuss their sleepless nights, the surprise on their soldier's faces, the confusion of day with night, and the amusing situations all this had created. It wasn't long before both were laughing, like friends, at these little stories.
Fortunately, they forgot their old disputes and they put an end to the war, each returning to their own land with the double joy of not having had to fight, and having regained a friend. And from then on, from time to time the Kings would meet up to talk about their experiences as Kings. They now understood that the things which united them were much more numerous than anything that set them apart from each other. 

                                                                    


    Autor: Pedro Pablo Sacristán.

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